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miércoles, 11 de julio de 2012

La parte que te toca.

Y al final siempre quedamos nosotros, evitar tal agonía no es más que un acto procrastinador de duración severamente limitada que al esquivar la mirada de la soledad cree no rendir cuentas con uno mismo.

La necesidad de justificar la existencia y ensalzarla de la forma mas heroica posible, cual Don Quijote de la mancha, y que permitiese dormir en paz, no corresponde con ese camino que escribió el inmortal Lewis Carroll.

El temple humano como premio al funcionamiento correcto y eficaz de una persona y su meta –pues una sin la otra no sobreviven- parece estar al alcance de unos pocos, y poder ser parte afortunada se superaría con un golpe de cordura ,muriendo en el intento e izando la bandera del “no es oro todo lo que reluce”.

Aburrimiento, desidia, tristeza y envidia son la puerta de atrás de todos los hijos de la derrota, que una vez dado todo y conseguido menos caen al vacío del desierto ideológico y a la ansiedad del autoengaño.

Estamos mal hechos ¿o quizas no? ; lo que claro esta es que para un estado de paz no, mas bien para progresar y esto ultimo no es sinónimo de felicidad sino un reclamo a ella.

Pues si, y con el mazo dando.

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